jueves, 31 de enero de 2008

100.000 libras por no poder escribir un libro

Increiblemente estúpido el acuerdo para no llegar a juicio entre una fábrica de zapatos y la escritora Joan Brady, quien recibirá 115.000 libras esterlinas (unos 150.000 €) porque los vapores del pegamento de la fábrica le han impedido escribir su novela Cool Wind from the Future y en su lugar ha tenido que "rebajarse" a escribir el thriller Bleedout, ya que era lo "más complejo" en lo que podía concentrarse. Omitiré los comentarios que me pasan por la cabeza en estos momentos...
Fuente: BLDGBLOG (os recomiendo leer su cínica pero muy acertada reseña)
Artículo original: Times Online
P.D.: creo que denunciaré a la fábrica de café de al lado de mi trabajo, por impedirme terminar mi obra maestra por culpa de la peste a torrefacto. A ver si cuela...

El nuevo libro de Tom Wolfe

El escritor Tom Wolfe ha anunciado que está trabajando en Back to blood, su nueva novela, una especie de La hoguera de las vanidades ambientada en Miami. Tras el fracaso de Yo soy Charlotte Simmons, su anterior libro, Wolfe ha abandonado Farrar, Straus & Giroux, su editorias durante cuatro décadas, para firmar con Little, Brown and Co. Back to blood será publicado en el 2009 en Estados Unidos.

El juego ha empezado: Todo Sherlock Holmes

Existen realmente pocos personajes cuyo impacto en la literatura es tal que redefinen no sólo el género en el que el principio se enmarcan sino que crean un nuevo arquetipo, y que además logren impactar en el público de tal modo que incluso aquellos que jamás tocarán un libro son capaces de reconocerlos. Explotados hasta la saciedad por otros medios (teatro y radio a principios del s.XX y posteriormente cine y televisión), muchos lectores tienden a olvidar las raíces de las que nace el personaje. Y existen pocos personajes cuyo legado sea comparable al de Sherlock Holmes, el detective consultante creado por Arthur Conan Doyle al combinar las experiencias del propio autor como médico y la figura de su amigo y mentor el doctor Joseph Bell. Cierto, Holmes no fue el primer detective consultante de la literatura (dicho honor es para C.Auguste Dupin, creado por Edgar Allan Poe en Los asesinatos de la calle Morgue), pero sí el que sienta las bases de dicha figura arquetípica.
Existen diversas antologías completas del canon holmesiano, que incluye cuatro novelas cortas y 56 relatos breves con las andanzas de Holmes y el doctor Watson. Pero la edición de de Todo Sherlock Holmes de editorial Cátedra en su colección Biblioteca Avrea es única, ya que recopila dicho canon en un sólo volumen ordenado cronológicamente con respecto a la fecha en la que se suceden los casos. Dicha tarea no es nada fácil, puesto que el propio autor pone en boca del doctor Watson (narrador de la mayoría de las historias) contradicciones que dificultan o imposibilitan dicha ordenación, y se ha basado en los estudios del especialista holmesiano W.S. Baring-Gould.
Hablar de Sherlock Holmes es referirse a una figura que hoy en día sigue presente en la narrativa de todo tipo, con personajes tan dispares como Guillermo de Baskerville o el doctor House. Los que no conozcáis la obra de Arthur Conan Doyle haríais bien en haceros con un ejemplar de Todo Sherlock Holmes. Para los que disfrutamos desde críos con las andanzas de los inquilinos del número 221B de la calle Baker, este volumen es imprescindible por el riguroso trabajo de catalogación y su excelente edición anotada. Una joya imprescindible en toda biblioteca que se precie.

miércoles, 30 de enero de 2008

Elemental, mi querido Falco: La plata de Britania

La figura del detective privado siempre ha atraído a los escritores desde que Conan Doyle creó a Sherlock Holmes. Lo interesante es cuando se intenta dar una vuelta de tuerca más para no caer en el estereotipo manido del detective duro y cínico hammetiano al que ha derivado la intriga criminal. Y pocos autores lo han logrado como lo ha hecho Lindsey Davis con su serie sobre Marco Didio Falco, investigador romano y reluctante informador imperial en tiempos de Vespasiano.
En La plata de Britania, primera novela de la serie, Davis nos presenta al cínico Marco, republicano hasta la médula, arruinado ex-legionario de la II Legion que conquistase a los bárbaros bretones, envuelto en una complicada investigación en la que se cruzará con la corrupta nobleza romana. Pero no es oro (o plata en este caso) todo lo que reluce, con lo que su vida dará un drástico cambio al toparse con la hermosa Helena Justina mientras intenta sobrevivir a una antigua trama de traiciones, conspiraciones, asesinatos y desfalcos en la que nadie es tan inocente como aparente.
Sin llegar a la exhaustiva reconstrucción de Colleen McCullough en El primer hombre de Roma, Davis no escatima detalles en ambientar la turbulenta Roma posterior al Año de los Cuatro Emperadores, en especial los bajos fondos, sin por ello entorpecer en ningún momento la narración y sin caer en recursos artificiales (como la manía que tienen algunos autores históricos de tratar a los personajes como si estuviesen en el siglo XX). 
La plata de Britania es uno de los títulos emblemáticos de la línea histórica de Edhasa, por lo que fue escogido por la editorial para su colección de lujo en formato bolsillo que editó para celebrar su 60º aniversario. Si no conocíais la muy recomendable obra de Lindsey Davis es un buen momento para engancharse a una serie que por el momento consta de 18 volúmenes (todos ellos traducidos al castellano) y que sorprenderá a aquellos que no suelen leer ni narrativa histórica ni novela negra.

martes, 29 de enero de 2008

Deus ex machina: En el principio... fue la linea de comandos

La tercera ley de Clarke dice Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Ésta sería una buena definición sobre cómo se sienten la mayoría de personas en lo referente al tema de la informática. Incluso los acostumbrados a trabajar con un ordenador no son siquiera capaces de afrontar algunos problemas cotidianos derivados de su interactuación con tan caprichosa máquina, teniendo que recurrir a los servicios chamanísticos de una orden religiosa (el Servicio Técnico) que con suerte te cobrará menos de 100 € por mediar ante los Dioses Oscuros del Silicio y los Bits y apaciguar su ira. Pero ¿de quién es la culpa? ¿Del usuario por no querer aprender los rudimentos del culto a la tecnología? ¿O acaso los responsables son las grandes compañías de software y hardware que protegen sus secretos cual gremio medieval al envolverlos de misterio y misticismo? Ésta y otras muchas preguntas se plantea Neal Stephenson, programador y escritor de ciencia ficción, en su ya mítico En el principio... fue la línea de comandos. Este breve ensayo, estructurado como una historia de los sistemas operativos hasta su fecha de publicación (1999), se transforma rápidamente en un análisis de la relación entre el usuario y el ordenador, analizando la importancia de la interfaz y la aproximación de las principales compañías a tal efecto. Con este resumen uno podría pensar que el texto es otro panfleto geek para tecnófilos.
Nada más lejos de la realidad.
Con En el principio... fue la línea de comandos, Stephenson se acerca a uno de los temas más peliagudos de la informática pero lo hace pensando en que el lector pueda carecer de cualquier base de conocimientos previos. Es más, el tono del ensayo es el mismo que el autor emplea en sus libros de ficción, un tono desternillante, cargado de alusiones gamberras, metáforas alocadas y símiles acertados que hacen su lectura divertidísima.
El texto, pese a tener casi una década, sigue siendo tan válido como en su día. Los sectores más conservadores entre los programadores e ingenieros de sistemas siempre han atacado esta obra y a su autor tildándola de propaganda barata que quiere despojarles de sus funciones, señal de que Stephenson ha puesto el dedo en la llaga.
En resumen, En el principio... fue la línea de comandos es un ensayo divertido pero profundo como pocos, muy recomendable especialmente para aquellos que mantienen una relación de amor-odio (aunque casi siempre con más odio que amor) con ese artefacto del demonio llamado ordenador.
La editorial Fabricantes de Sueños realizó una corta edición en nuestro país hace ya unos años. Sin embargo, el texto está disponible de forma gratuíta en la Red con el consentimiento del autor y los editores. Podéis descargarlo en formato postscript aquí aquí y en PDF aquí.

lunes, 28 de enero de 2008

Desastres familiares: Un pequeño inconveniente

Mark Haddon demostró con El curioso incidente del perro a medianoche que era un autor a tener en cuenta en años futuros. Su regreso no sólo no nos ha defraudado sino que el británico ha demostrado que no arrastra ningún lastre relacionado con la popularidad de su primera novela.
Un pequeño inconveniente nos pone en la piel del recién jubilado George Hall, quien pasa sus días construyendo un estudio en su jardín mientras su esposa Jean le es infiel. Por su parte, sus dos hijos, el inseguro Jamie y la temperamental Katie, se han emparejado con la que su familia cree la peor forma posible: él con otro hombre, ella con alguien que simplemente no está a la altura. Katie va a casarse, situación que pone a prueba las complicadas relaciones familiares, mientras George descubre una mancha en su piel que no puede ser otra cosa que cáncer...
En este marco Haddon presenta a unos personajes que, pese a lo alocado de las situaciones que viven, no dejan de ser cotidianos, coherentes y creibles. Libre de tapujos y con un sentido excelente de la ironía y del humor, el autor analiza en profundidad la transformación de la idea tradicional de familia, los esqueletos que todo el mundo intenta ocultar en el armario y la siempre difícil convivencia entre generaciones, sin ser en ningún momento moralista ni cansino y sin caer en ñoñerías del tres al cuarto. Los que en su día leyeron El curioso incidente del perro a medianoche encontrarán que Un pequeño inconveniente cumple con creces las expectativas puestas en el que sin duda es uno de los nuevos novelistas con más provenir artístico de la última década. Una lectura más que recomendable.
Podéis leer el primer capítulo del libro en este enlace.

jueves, 24 de enero de 2008

Malas nuevas sobre J.G.Ballard

Durante una reciente entrevista de The Times a J.G.Ballard en la que presentaba su autobiografía Miracles of life, el novelista británico reveló que en el 2006 le diagnosticaron cáncer de próstata y que en estos momentos se halla en estado avanzado. Podéis leer la entrevista aquí y un avance de su autobiografía en éste enlace, ambos en inglés.



Que no está muerto todo lo que duerme: Los Mitos de Cthulhu


Si existe un género más estereotipado, ridiculizado y mal visto que la ciencia ficción y la fantasía es sin ninguna duda el terror. Y sin embargo, eso no fue siempre así. Nombres como Bécquer, Shelley, Stoker o Poe son loados no sólo como ejemplos de "buena literatura" sino como grandes maestros con obras clásicas e inmortales. Eso no sucedió con la obra de Howard Phillips Lovecraft (1890-1937). Neurótico y heredero de la gran tradición romántica, Lovecraft supo transformar los miedos del nuevo siglo y la incertidumbre causada por el desmoronamiento del colonialismo (y sus propios prejuicios, en especial el racismo) y sintetizó los horrores de la Gran Guerra en una prosa onírica y abrumadora. Relegado a los pulps de la época, caldo de cultivo de las bases de lo que se convertiría en la ciencia ficción y la fantasía canónicas, Lovecraft mantuvo una rica correspondencia con contemporáneos como Robert E.Howard, August Derleth y Robert Bloch que fructificó en el ciclo de los Mitos de Cthulhu, recopilación de relatos clasificados como de horror cósmico. Dioses tan ancianos como el Universo, geometrías no euclidianas y oscuros secretos toman el relevo del cuento clásico de fantasmas romántico en lo que tendría que haber supuesto el puntal de un nuevo género. Por desgracia, no fue el caso. Sólo recientemente ha empezado a reconocerse la obra del autor de Providence.
Alianza fue el sello que introdujo su obra en nuestro país. Entre su colección de bolsillo, destaca uno de los volúmenes imprescindibles en cualquier biblioteca: Los mitos de Cthulhu. El volumen consta de un extensísimo prólogo de Rafael Llopis, que presenta a Lovecraft e introduce al neófito en el marco de su obra. Seguidamente, vienen los cuentos repartidos en tres partes. Los precursores incluyen las obras que influyeron en el joven Lovecraft y que están presentes en sus historias. Los Mitos, lo mejor de tan excelente antología, contiene todos los cuentos que forman el Ciclo de Cthulhu, los de Lovecraft y los de sus colegas. Cierra el volumen Mitos póstumos, quizás la más floja de las tres partes, pero aún así necesaria para entender el impacto de la obra de Lovecraft.
Los relatos que forman esta antología son:

-Los precursores
Días de ocio en el país del Yann, por Lord Dunsany
Un habitante de Carcosa, por Ambrose Bierce
El signo amarillo, por Robert W. Chambers
Vinum Sabbati, por Artbur Machen
El Wendigo, por Algernon Blackwood
La maldición que cayó sobre Sarnath, por H. P. Lovecraft

-Los Mitos
El ceremonial, por H. P. Lovecraft
Los Perros de Tíndalos, por Frank Belknap Long
La sombra sobre Innsmouth, por H. P. Lovecraft
La piedra negra, por Robert E. Howard
Estirpe de la cripta, por Clark Ashton Smith
En la noche de los tiempos, por H. P. Lovecraft
Reliquia de un mundo olvidado, por Hazel Heald
Las ratas del cementerio, por Henry Kuttner
El vampiro estelar, por Robert Bloch
El Morador de las Tinieblas, por H. P. Lovecraft

-Mitos póstumos
La Hoya de las Brujas, por H. P. Lovecraft y A. Derleth
El Sello de R’lyeh, por August Derleth
La sombra que huyó del chapitel, por Robert Bloch
La iglesia de High Street, por Ramsey Campbell
Con la técnica de Lovecraft, por Juan Perucho

miércoles, 23 de enero de 2008

La biblia del movimiento cyberpunk: Neuromante

Hoy en día conectarse a internet para comunicarse con alguien, buscar información o leer una publicación como este blog es algo tan natural para nosotros como lo es respirar, pero a principios de los 80 esta idea era una utopía propia de la ciencia ficción. El impacto de dicha tecnología en la sociedad, similar al de la Revolución Industrial, combinado con la imaginería propia del mejor film noir llevó a William Gibson, un escritor casi desconocido, a forjar con Neuromante (1984), su primera novela, lo que sería el último de los grandes movimientos de la CF: el cyberpunk.
A simple vista Neuromante parece un thriller barato disfrazado de futurista. Protagonista con pasado turbio es contratado a través de una mujer fatal por el tipo male de turno para que le haga el trabajo sucio. Pero definir este libro así sería como decir que la II Guerra Mundial fue una escaramuza menor.
En Neuromante encontramos lo mejor y lo peor de William Gibson. El autor se vale de un vocabulario rico, propio en modismos y metáforas, recargado hasta que la información nos colapsa y nos satura con una imaginería retorcida y difícil de asimilar a simple vista para llevarnos a través de unas ideas tan propias de la literatura como la búsqueda de la identidad, la injusticia de le existencia, el poder de los ejecutivos que juegan a ser un Gran Hermano orwelliano, todo ello salpicado con el pesimismo y la dureza de un relato ballardiano.
Con Neuromante, Gibson se erigió como el profeta de su generación, dinamitó las bases que se creían inamovibles de la CF y, para disgusto de los puristas, dio el empuje que necesitaba el nuevo género para sobrevivir y triunfar. Muchos imitadores baratos han surgido a su paso (me asquea recordar Matrix, por ejemplo), pero pocos han logrado alzarse hasta compartir el pabellón de los libros inmortales de la ciencia ficción.
A todos aquellos que no lo han leído les invito a que se compren la reciente edición de aniversario que acaba de editar Minotauro o, mucho mejor, una edición en inglés para saborear mejor el estilo inimitable de Gibson. Sí, han pasado casi 25 años desde su publicación y hay conceptos que a muchos les parecerán ridículos porque los dan por sentado (en especial los tecnológicos). Pero muchos seguimos releyendolo año tras año con el mismo interés y satisfacción que antaño.
Una advertencia final: Gibson es un autor que o lo odias o lo adoras. Y ya por eso vale la pena entrar en los dominios del autor más importante de finales del siglo XX.