El año pasado comenté la demanda interpuesta por el Departamento de Justicia norteamericano contra los cinco grandes grupos editoriales (HarperCollins, Hachette, Simon & Schuster, Penguin y Macmillan) y contra Apple por el supuesto consenso para fijar los precios de los e-books, una demanda que venía tras el encarnizado enfrentamiento iniciado por Amazon contra MacMillan (¿coincidencia?).
Como se veía venir, las empresas han ido cediendo una tras otra y hoy MacMillan (que entre otros engloba la editorial de ciencia ficción Tor) ha anunciado que tira la toalla y se doblega ente la posibilidad de tener que afrentar una multa por monopolio cuya cuantía no podría hacer frente. La ironía es que, en el acuerdo, MacMillan no admite culpa alguna, tal y como han venido defendiendo desde el primer día. Pero contra el peso de la Administración yanqui se ve que ser inocente no es suficiente...
Como se veía venir, las empresas han ido cediendo una tras otra y hoy MacMillan (que entre otros engloba la editorial de ciencia ficción Tor) ha anunciado que tira la toalla y se doblega ente la posibilidad de tener que afrentar una multa por monopolio cuya cuantía no podría hacer frente. La ironía es que, en el acuerdo, MacMillan no admite culpa alguna, tal y como han venido defendiendo desde el primer día. Pero contra el peso de la Administración yanqui se ve que ser inocente no es suficiente...
¿En qué nos afecta? De momento está por ver, pero imagino que alguien está descorchando el champán. Los primeros que llevan las de perder son los autores, que pueden ver sus ingresos por la venta de libros electrónicos (para algunos su principal fuente de ganancias) recortados.
Pero eh, no seamos malpensados, que creer que hay corporaciones manejando los hilos del poder judicial es de conspiracionistas...