Hace casi 15 años presenté un proyecto de juego de rol a la desaparecida editorial de comics Camaleón Ediciones. Su nombre: Cosmoera. Por aquella época devoraba todo libro de ciencia ficción que cayera en mis manos, en especial si la temática era de space opera. Así pues, armado con mi ingenuidad y mis dos grandes pasiones (la CF y los juegos de rol), me propuse desarrollar ya no sólo un juego de rol. Iba a ser el Juego en mayúsculas, la gran esperanza para el rol español, dotado de una ambientación tan rica como no se había visto hasta entonces. Claro que, con 21 años, creía que me iba a comer el mundo.
Se llegaron a preparar ilustraciones para el mismo, obra de Miguel Chaves y Sergio Sandoval, a quienes inundé de libros de referencia y datos para que fueran fieles a la visión que yo tenía. Probé varios sistemas de juego hasta dar con uno apropiado, combinando lo que me gustaba de mis juegos favoritos, mientras planeaba mentalmente un calendario de posibles suplementos y aventuras. Recuerdo con orgullo esas partidas (International Khiladi lo sabe bien), algunas de ellas memorables.
Se llegaron a preparar ilustraciones para el mismo, obra de Miguel Chaves y Sergio Sandoval, a quienes inundé de libros de referencia y datos para que fueran fieles a la visión que yo tenía. Probé varios sistemas de juego hasta dar con uno apropiado, combinando lo que me gustaba de mis juegos favoritos, mientras planeaba mentalmente un calendario de posibles suplementos y aventuras. Recuerdo con orgullo esas partidas (International Khiladi lo sabe bien), algunas de ellas memorables.
Al final, como era casi previsible, el proyecto no cuajó. No voy a quitarme el muerto de encima: fue culpa mía. Inexperiencia, nervios, fechas, hubo muchos factores. Resumiendo: la cagué.
Sin embargo en mi cabeza había tantos datos acerca del Eje, el conjunto de sistemas en donde trascurría el juego, que no podía dejar de pensar en ello.
Tu problema es que has creado algo demasiado grande, propio de una serie de novelas, me dijo Anna, una de los jugadores habituales de mi grupo por aquel entonces.
Ya, pero no soy escritor, pensé.
Pero los engranajes estaban en marcha. Por mucho que quisiera, no podía detenerme. Así nació un personaje pensado para el primer suplemento del juego, destinada a convertirse en una observadora de los bruscos cambios que iban a suceder a su alrededor. Se llama Annerose Rheinhold, pero la conocerán por su apodo: la Doncella de la Rosa.
Han pasado casi 15 años y La doncella de la rosa ya es una realidad. Mañana tendré ejemplares en mi mano. Con ello se cerrará una etapa importante de mi vida, llena de baches, pero también de amigos que me han tendido la mano cuando más lo necesitaba.
Son muchos a quien debo dar las gracias:
-A mi hermano Javier, que ha visto desde el primer día cómo iba tomando forma el proyecto y ha creído en mí incluso cuando ni yo mismo lo hacía, aunque tuviera que darme más de una colleja para que espabilase, y a Carles Vila, nuestro “hermano postizo”. Sin su apoyo habría dejado este proyecto hace años
-A Delfina Palma, por soportar mis divagaciones, por sus innumerables consejos y por la excelente portada, en la que que ha sabido mostrar a Annerose mucho mejor de lo que mis palabras podrían.
-A David Torre y Mari Serrano, por los cafés de los lunes, las discusiones sobre narrativa y su paciencia al aguantar mis discursos sobre el libro. David además es el autor del Juramento Imperial, quién lo usó como saludo en un correo electrónico que me mandó hace muchos años y al cual no dudé en robárselo vilmente.
-A Toni Bueno, por todas las discusiones a grito pelado sobre literatura, cine y música y por ser el primero en estar junto a un amigo en las trincheras cuando más lo necesitas.
-A Mireia Tomás, por realizar la corrección de estilo tras soportar estóicamente durante años mis divagaciones sobre el libro a lo largo de viajes en autobús, además de apoyarme incondicionalmente cuando más lo necesitaba.
-A Bárbara Pesquer, por la corrección de estilo, las fotos de Alemania y por resolver más de una duda lingüística, además de su paciencia infinita.
-A mis alumnas, Ana, Ángela, Lorena, Paloma y Sandra, y a Regina, que se unió al grupo de gente que me soporta. Habéis ayudado a este profesor cascarrabias mucho más de lo que yo haya podido hacer por vosotras. ¡Sois las mejores!
-A Sergio Sierra, amigo y compañero escritor, por los piques diarios, las discusiones pedantes que entablamos sobre cualquier tema y por su apoyo incondicional desde que conoció el proyecto.
-A Mary Molina, por los consejos a lo largo de todo este tiempo y por ese tremendo regalo que fue la primera ilustración de Annerose.
-A Sandra, Dani, Jose, Mateo y Juanmi, por tantas cenas en el chino en buena compañía.
-A todos los que me han soportado y animado durante todos estos años: Manu Ansemil, Present Cascales, Aitor Eraña, Sergio Jiménez, Patricia Muñoz, Enrique Palma, Rafel Porta, Meritxell Ribas, Mar Rodríguez, Jordi Samaranch y Modesto Viudez.
-A David Fernández de Cyberdark, sin cuya ayuda no estaríais leyendo estas líneas.
-A mi editor Jorge Ruíz Morales, por el interés demostrado desde el primer día y la paciencia que ha tenido conmigo.
A todos ellos gracias por animarme a continuar en este proyecto. ¡Nos vemos en el Mar de las Estrellas!
Este libro está dedicado a la memoria de Juan Miguel Maurelo Moreno. Guárdanos mesa en el Valhalla, amigo.
Y Anna, dondequiera que estés, este libro es para ti.
1 comentario:
Una buena lista de agradecimientos. Significa que tu obra es importante y que has dejado que te ayuden cuando lo has necesitado, creo que es lo más importante. ¡Felicidades!
Publicar un comentario