miércoles, 15 de febrero de 2012

Espinosos temas legales o algo huele a podrido en las editoriales

El tema de derechos de autor siempre ha sido como poco polémico. Por un lado está la más que justa reclamación de los autores por su trabajo, pero las cosas empiezan a ponerse feas con la delgada linea que separa el fair use de la piratería, un tema utilizado por muchas grupos corporativos para presionar con políticas dictatoriales como la Ley Sinde, la PIPA, la SOPA, el ACTA y demás. No ayuda demasiado la peligrosa forma de pensamiento que se ha extendido como una plaga entre las nuevas generaciones que podría resumirse con "en internet todo es gratis". La posición moderna de muchos autores (no la mayoría, por desgracia) es tolerar esta piratería porque, después de todo, cualquiera con cinco dedos de frente sabe que no tiene forma de controlarlo. Pero, ¿qué ocurre cuando es la editorial quien tiene tal control sobre los derechos de un producto que puede privar a su autor de ellos?
El caso más sonado en nuestro país fue durante los años 80, cuando los veteranos autores de comic español que trabajaban a sueldo de la editorial Bruguera se rebelaron contra la misma y exigieron su parte de los beneficios que habían generado sus historias. Cuando Bruguera se negó algunos de ellos (como Ibáñez), dejaron de dibujar sus personajes y fueron sustituidos. La editorial argumentaba que los personajes habían sido creados por autores a sueldo, con lo que eran de su propiedad, al igual que una fábrica de ladrillos paga a unos trabajadores que no tienen nada que decir ni reclamar sobre el producto que hacen. Ésta práctica era la norma no sólo en España sino en el resto del mundo. Las consiguientes demandas terminaron por hundir a la editorial a la vez que daban la merecida razón a los autores, en la que sin duda fue la mayor victoria contra el establishment editorial en este país.
Con el paso de los años se han desarrollado legislaciones más completas en lo que a derechos de autor se refiere. Además, se ha perdido parte del monopolio tradicional al emerger nuevas editoriales pequeñas y medianas, que ofrecen a los autores condiciones más favorables para la publicación. Pero quedan las reclamaciones pendientes de los autores que comenzaban en los años 50, 60 y 70.
Esta semana ha vuelto a saltar a primer plano la demanda de Gary Friedrich, co-creador de Motorista Fantasma, quien había decidido plantar cara al todopoderoso consorcio Marvel-Disney y reclamar lo que consideraba suyo. La demanda ha tenido un efecto demoledor ya que, en un movimiento dirigido a acallar posibles futuras "revueltas", la megacorporación ha contraatacado con una demanda con la que se anula la capacidad del autor de presentarse como tal, le exige 17.000 $ en calidad de daños y perjuicios y le imposibilita en la práctica de acudir a las convenciones utilizando el nombre del personaje para sacar dinero. Obviamente, Marvel lleva las de ganar por el mero hecho de disponer de una maquinaria legal que Friedrich no puede ni mucho menos costear, así que este movimiento puede verse como una guerra sucia para volver a controlar el patrimonio de los derechos de autor con puño de hierro.


Otro caso que merece la pena analizar es el de L.J. Smith, la escritora de Crónicas Vampíricas, popular saga de novelas de romance sobrenatural para young adults que acaba de ser despedida por la editorial HarperCollins. A todos los efectos Smith no puede utilizar nada de sus dos series más populars, la mencionada Crónicas Vampíricas y El Círculo Secreto. La franquicia, que ha aumentado sus ya jugosos beneficios con la adaptación televisiva de los libros, es propiedad de HarperCollins por acuerdo contractual de 1990. Smith cometió el error de firmar un contrato en el que aceptaba que su obra era trabajo producido para la editorial, quien ostentaba la titularidad completa de los derechos de la misma. Así la última novela enviada por Smith fue reescrita totalmente por un negro (el término en inglés es ghostwriter, "escritor fantasma") a sueldo de la editorial, quien se encargará de seguir escribiendo la saga en el anonimato.
Los dos casos son completamente opuestos. Por un lado Friedrich, que intenta de una vez por todas parar los pies a un grupo que durante décadas ha vivido de negar los beneficios a sus autores en base a una política perteneciente a tiempos más oscuros. En el otro extremo está Smith quien voluntariamente renunció a esos derechos. Esto último puede parecer a una estupidez pero hay muchos jóvenes autores primerizos que firmarían (y de hecho firman) estos pactos fáusticos. Pero, ¿cuál de los dos casos es más censurable?



Smith se merece una colleja y de las fuertes por tonta, pero no por ello hay que quitarle peso a los tejemanejes editoriales, que juegan con ventaja a este juego sucio de chantaje emocional que representa el poder ver publicada tu obra. Y no, en España no estamos libres de este cáncer. Ni mucho menos. He visto casos de pactos fáusticos tan viles como editar gratis o, como les gusta decir a alguno (demasiados) editores, "a cambio de publicarte y promocionarte".
Y ahora que las cosas van mal dadas con la crisis internacional podemos esperar que esta clase de abusos se extiendan como la pólvora, no sea caso que los grandes consorcios corporativos se arruinen...

7 comentarios:

jagvalverde dijo...

Me ha encantado el artículo.

Tiberio dijo...

Buen artículo.

Sobre el tema del "todo gratis", yo soy optimista. Ahí donde se ofrece una alternativa de calidad a un precio razonable, tiene éxito. En los videojuegos se ve muy claramente que la gente está dispuesta a pagar un precio justo por ellos.

Yo creo que la cultura del "todo gratis" sólo dura hasta que la gente alcanza en torno a los 30 años. Cuando tiene más capacidad adquisitivo y más sentido común, suele pagar a poco que se lo pongas fácil.

El problema es que, de momento, no se está poniendo nada fácil. Yo llevo ya como 2-3 años en los que gastó muchísimo más dinero en libros electrónicos que en libros en papel. (Y gasto bastante al año, por cierto). Pero casi todo lo que compro, lo compro en EEUU, porque en España sólo ahora está empezando a existir una pequeña oferta que no huela a tomadura de pelo. Desde luego, lo que no es razonable es que un libro que cuesta 30€ en papel, intenten vendértelo a 28€ en formato electrónico. Y encima perdiendo el derecho a prestar el libro (que con el libro en papel, no pierdo)... O, simplemente, a cambiar de aparato lector.

Y conociendo la informática, todos sabemos que los aparatos que usamos ahora, difícilmente los estaremos utilizando dentro de 10 años.

Estos absurdos, no suceden cuando compras en EEUU. Y el resultado es que al final, nuestro dinero se va para allá :(

Morgan Blackhand dijo...

Lo del libro electrónico y España es otro tema del cual ya hablaré (un cabreo por día es mi cupo xD). Yo compro en EEUU hace tiempo por la sencilla razón de que su oferta es mil veces mayor. Por ejemplo, hay muchos autores de cuentos no publicados en España porque aquí interesa más sacar novela.
Lo de los videojuegos es comprensible. Sólo hay que mirar el tremendo éxito de Steam, debido sobre todo a los precios que ofrece (mmm, creo que tengo unos 300 juegos en la carpeta de Steam si no me equivoco...). Pero háblale de alternativas a cualquier editor medio y se te tirará al cuello. Y ya ni te cuento con el rollo de las distribuidoras y las tiendas (otro tema peliagudo que conozco de primerísima mano).
Yo no soy de los que creen que hay que perseguir esa "piratería de consumo propio", es una pérdida de tiempo. Pero me repatea ver actitudes del estilo "todo gratis". Será que debo de ser tonto, porque yo empecé a pagar mis vicios a los 17 años cuando encontré trabajo.
Me alegro que os guste la entrada. A lo mejor incluso tengo razón y todo...

Carlos de la Cruz dijo...

Yo hace poco he comprado el PDF de un juego por 10 dólares (7 euros) y encima me hacen descuento después si compro el libro en físico (40 dólares). Y no me lo he pensado ni he esperado a que alguien lo piratee, porque 7 euros SI es un precio razonable y que estoy dispuesto a pagar.

Mi padre, al que le regalamos un eBook el año pasado entre todos los hermanos, no es precisamente un pirata digital ;), pero cuando fue a comprarse un libro digital de un autor que le gusta mucho y descubrió que en físico eran 25 euros y en digital 18 o algo así... pues no se lo compró. Pero el hombre iba dispuesto a hacerlo antes de ver el precio.

Así que menos llorar por la piratería y más pensar en ajustar precios.

Morgan Blackhand dijo...

Lo de los precios de los ebooks en este país no tiene nombre (bueno, sí lo tiene y es muy feo). Hace años que compro ebooks en USA y, como dice Carlos, no sólo están a precios muy asequibles sino que a veces te dan descuento con el físico o directamente te regalan el ebook. Baen Books creó una biblioteca con lib ros de sus autores más destacados que puedes bajarte gratis sin DRMs, y de vez en cuando con las novedades incluyen un DVD con docenas de títulos para que puedas leer un libro de cada autor, a ver si te enganchas.
Pero esto es España...

Tiberio dijo...

Sobretodo, a mí me fastidia un poco que llevo toda mi vida escuchando que los libros son caros porque las imprentas son caras, y los tenderos se llevan una buena parte y el distribuidor y blablabla. Y ahora, cuando se le da a las editoriales la oportunidad de dejar de depender de imprenta, tenderos y distribuidores ¿deciden quedarse ellos con todo el pastel?

Morgan Blackhand dijo...

Una distribuidora suele trabajar con un margen de entre el 40 y el 50% en lo que a "productos de papel" se refiere. A un tienda se le suele ofrecer el material con un 30-35% de descuento (las grandes superficies funcionan de otro modo). Claro que una distribuidora tiene que pagar el mantenimiento de local, trabajadores, et... y una librería también, pero menos. Contando gastos a ojo, una distribuidora puede (con suerte) tener sobre un 8% neto de cada artículo (si lo vende, claro) y una tienda alrededor de un 16%. Pero todo depende del producto y de las ventas. El negocio redonde es para los editores que montan su propia red de distribición porque, incluso con los gastos, juegan con algo más del 80% de margen sobre el producto y eso es mucho. Suficiente como para reventar de precio los ebooks (como hacen los yanquis).
Pero España, bueno, dejemos que es el país de la picaresca (por no usar términos más ofensivos). ¿Para qué se va a tener contento a un comprador si se puede uno embolsar una buena tajada de beneficios?
Eso sí, para quejarse de que el mercado va mal, de que los piratas hunden el negocio y de que la competencia es desleal sí que se arma ruido. Las pequeñas editoriales suelen funcionar diferentre pero, cada vez más, parece que quieran actuar como las grandes. Y este círculo vicioso no se puede romper fácilmente y acabará por arruinar a más de uno.
Ya no quiero ni hablar de los pagos a los autores porque con la hipertensión tengo que controlarme...