Tenía la esperanza de que La carretera de Cormac McCarthy fuera el peor libro reseñado en esta Biblioteca durante este año.
Me equivoqué.
El publicista, escritor y crítico literario Frédéric Beigbeder ha logrado sacarme de quicio con su trabajo más popular: 13.99 euros. Presentada como una novela de corte autobiográfico, 13.99 euros narra las "desventuras" del publicista Octave (alter ego del autor), un personaje pedante, putero y drogadicto en su día a día del mundo creativo de la publicidad. Durante 300 páginas el personaje/autor critica los vicios del oficio que le ha hecho rico, pero a su vez se regodea de su vida hedonista. Incapaz de hilvanar una trama, el autor se limita a colocar una escena tras otra, a cada cual más ridícula, mientras lanza soliloquios en los que se afirma que los publicistas son capaces de controlar a la masa ignorante, a la vez que engañan a unos directivos estúpidos de multinacionales para vender sus deficitarios productos.
"Yo soy publicista. Sí, yo contamino el universo. Soy el individuo que os vende mierda" afirma Octave/Frédéric en un delirio de grandeza que crece con cada página, hasta un final ridículo que cierra el libro con dos páginas de esloganes publicitarios.
13.99 euros es una tomadura de pelo de principio a fin. El hecho de que el autor fuera despedido de la firma para la que trabajaba por esta novela no hizo más que alimentar la campaña publicitaria del libro. Resultado: un producto de éxito traducido a numerosos idiomas, adaptado al cine y al teatro.
Pocas veces he encontrado un texto tan pedante que se limita a vender el ego del autor, a insultarte a la cara y encima a cobrarte por ello (afortunadamente el ejemplar que leí lo saque de una biblioteca). Una obra que los gafapastas tacharán sin duda de provocativa, arriesgada y excelente.
No suelo utilizar términos peyorativos cuando hago una crítica, pero esta vez haré una excepción como cierre: un libro de mierda.
Me equivoqué.
El publicista, escritor y crítico literario Frédéric Beigbeder ha logrado sacarme de quicio con su trabajo más popular: 13.99 euros. Presentada como una novela de corte autobiográfico, 13.99 euros narra las "desventuras" del publicista Octave (alter ego del autor), un personaje pedante, putero y drogadicto en su día a día del mundo creativo de la publicidad. Durante 300 páginas el personaje/autor critica los vicios del oficio que le ha hecho rico, pero a su vez se regodea de su vida hedonista. Incapaz de hilvanar una trama, el autor se limita a colocar una escena tras otra, a cada cual más ridícula, mientras lanza soliloquios en los que se afirma que los publicistas son capaces de controlar a la masa ignorante, a la vez que engañan a unos directivos estúpidos de multinacionales para vender sus deficitarios productos.
"Yo soy publicista. Sí, yo contamino el universo. Soy el individuo que os vende mierda" afirma Octave/Frédéric en un delirio de grandeza que crece con cada página, hasta un final ridículo que cierra el libro con dos páginas de esloganes publicitarios.
13.99 euros es una tomadura de pelo de principio a fin. El hecho de que el autor fuera despedido de la firma para la que trabajaba por esta novela no hizo más que alimentar la campaña publicitaria del libro. Resultado: un producto de éxito traducido a numerosos idiomas, adaptado al cine y al teatro.
Pocas veces he encontrado un texto tan pedante que se limita a vender el ego del autor, a insultarte a la cara y encima a cobrarte por ello (afortunadamente el ejemplar que leí lo saque de una biblioteca). Una obra que los gafapastas tacharán sin duda de provocativa, arriesgada y excelente.
No suelo utilizar términos peyorativos cuando hago una crítica, pero esta vez haré una excepción como cierre: un libro de mierda.
2 comentarios:
Rayos qué gusto más raro tengo... entre que en el curro los SergiosSD me miran raro porque me hace gracia Juanjo Sáez, y ésto...
(es que a mí éste libro me gustó "pucho")
Vamos, que no le busqué los tres pies al gato y más bién estoy de acuerdo con tu crítica, es pedante de la hostia. Por eso lo encuentro real como la vida misma. ¿Tú conoces a alguien con un diálogo hypercoherente y que luego practique arrajatabla toda su palabrería? Yo dudo que eso exista; a mi me divirtieron los chistes de tetas y culos, de chupar pollas, repetir mil veces la toma del spot del queso de los huevos y que la tía del anuncio, fuera una puta.
Llámeme raritu... x cierto a ver cuando te compro la novela, que con lo que me mola la propia temática espacial...
¡Un saludo!
Israel Mateo
Una cosa son los delirios surrealistas como recurso humorístico (como Toole con "La conjura de los necios" o los libros de Tom Sharpe) y otra cosa es la escatología fácil por el mero hecho de "parecer un chico malo por decir muchos tacos" (véase el cansino estilo de Tarantino). Además, una cosa es escribir una crítica mordaz a un medio como la publicidad, pero si encima lo quieres hacer como novela tiene que tener una trama coherente incluso en su absurdo. Y en este caso hay mucha paja de por medio, discursos perdidos, personajes de relleno y situaciones que no tienen ni pizca de gracia. Eso sí, cualquier hipster que se valga seguro que lo tiene en su estantería. Eso no es ser escritor: es ser un farsante.
Publicar un comentario