Existen pocos personajes que hayan fascinado tanto a los lectores como el detective creado por Conan Doyle. Hoy en día ver la resurrección de un personaje muerto por petición del público pero muchos desconocen que el primer caso de retorno aupado por fans fue el de Sherlock Holmes, después de que su autor, hastiado por su popularidad y con la intención de escribir novela histórica, acabara con él en El problema final.
Existen cientos de apócrifos sobre el personaje, pero la mayoría de estas historias son nuevos casos del detective o se centran en algún aspecto de su personalidad (como la adicción a la cocaína en Elemental, Dr. Freud de Nicholas Meyer). En Mr. Holmes, Mitch Cullin nos ofrece la historia crepuscular de un Holmes anciano, atormentado por sus demonios interiores a los que su mente racional, cada vez más debilitada, no puede dar respuesta.
La historia de Mr. Holmes transcurre en 1947. Shrelock Holmes vive retirado a sus 93 años en su finca de Sussex, preocupado únicamente por el cuidado de las colmenas de abejas y bajo los cuidados de una ama de llaves viuda y su joven hijo. Recién llegado de un viaje Japón, el anciano detective se ve obligado a retomar la historia inacabada de un viejo caso cuyo desenlace jamás ha confesado a nadie, ni siquiera al doctor Watson, antes de que las cada vez más frecuentes pérdidas de memoria terminen con sus recuerdos.
El autor ofrece una visión agridulce del personaje, convertido en un viejo huraño y gruñón, incapaz de hacer frente a la pérdida de las personas que le han importado, y obligado a reflexionar sobre el sentido de la vida, el destino, el amor y la muerte, pero sin caer en la pedantería ni la moralina fácil. El Holmes que Cullin imagina se nos presenta como un futuro posible del personaje, alguien que se ha distanciado de su figura mítica y que demuestra tener las mismas cualidades y defectos que los demás.
La traducción de Mr. Holmes vio la luz once años después de su edición original y coincidió con el estreno de su adaptación al cine con el genial Ian McKellen en el papel del anciano detective, como bien demuestra la elección del título (el original es A Slight Trick of Mind, en lugar del título cinematográfico).
Una lectura muy recomendable, no sólo para aficionados al detective de Baker Street.
Existen cientos de apócrifos sobre el personaje, pero la mayoría de estas historias son nuevos casos del detective o se centran en algún aspecto de su personalidad (como la adicción a la cocaína en Elemental, Dr. Freud de Nicholas Meyer). En Mr. Holmes, Mitch Cullin nos ofrece la historia crepuscular de un Holmes anciano, atormentado por sus demonios interiores a los que su mente racional, cada vez más debilitada, no puede dar respuesta.
La historia de Mr. Holmes transcurre en 1947. Shrelock Holmes vive retirado a sus 93 años en su finca de Sussex, preocupado únicamente por el cuidado de las colmenas de abejas y bajo los cuidados de una ama de llaves viuda y su joven hijo. Recién llegado de un viaje Japón, el anciano detective se ve obligado a retomar la historia inacabada de un viejo caso cuyo desenlace jamás ha confesado a nadie, ni siquiera al doctor Watson, antes de que las cada vez más frecuentes pérdidas de memoria terminen con sus recuerdos.
El autor ofrece una visión agridulce del personaje, convertido en un viejo huraño y gruñón, incapaz de hacer frente a la pérdida de las personas que le han importado, y obligado a reflexionar sobre el sentido de la vida, el destino, el amor y la muerte, pero sin caer en la pedantería ni la moralina fácil. El Holmes que Cullin imagina se nos presenta como un futuro posible del personaje, alguien que se ha distanciado de su figura mítica y que demuestra tener las mismas cualidades y defectos que los demás.
La traducción de Mr. Holmes vio la luz once años después de su edición original y coincidió con el estreno de su adaptación al cine con el genial Ian McKellen en el papel del anciano detective, como bien demuestra la elección del título (el original es A Slight Trick of Mind, en lugar del título cinematográfico).
Una lectura muy recomendable, no sólo para aficionados al detective de Baker Street.
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