Hoy en día conectarse a internet para comunicarse con alguien, buscar información o leer una publicación como este blog es algo tan natural para nosotros como lo es respirar, pero a principios de los 80 esta idea era una utopía propia de la ciencia ficción. El impacto de dicha tecnología en la sociedad, similar al de la Revolución Industrial, combinado con la imaginería propia del mejor film noir llevó a William Gibson, un escritor casi desconocido, a forjar con Neuromante (1984), su primera novela, lo que sería el último de los grandes movimientos de la CF: el cyberpunk.
A simple vista Neuromante parece un thriller barato disfrazado de futurista. Protagonista con pasado turbio es contratado a través de una mujer fatal por el tipo male de turno para que le haga el trabajo sucio. Pero definir este libro así sería como decir que la II Guerra Mundial fue una escaramuza menor.
En Neuromante encontramos lo mejor y lo peor de William Gibson. El autor se vale de un vocabulario rico, propio en modismos y metáforas, recargado hasta que la información nos colapsa y nos satura con una imaginería retorcida y difícil de asimilar a simple vista para llevarnos a través de unas ideas tan propias de la literatura como la búsqueda de la identidad, la injusticia de le existencia, el poder de los ejecutivos que juegan a ser un Gran Hermano orwelliano, todo ello salpicado con el pesimismo y la dureza de un relato ballardiano.
Con Neuromante, Gibson se erigió como el profeta de su generación, dinamitó las bases que se creían inamovibles de la CF y, para disgusto de los puristas, dio el empuje que necesitaba el nuevo género para sobrevivir y triunfar. Muchos imitadores baratos han surgido a su paso (me asquea recordar Matrix, por ejemplo), pero pocos han logrado alzarse hasta compartir el pabellón de los libros inmortales de la ciencia ficción.
A todos aquellos que no lo han leído les invito a que se compren la reciente edición de aniversario que acaba de editar Minotauro o, mucho mejor, una edición en inglés para saborear mejor el estilo inimitable de Gibson. Sí, han pasado casi 25 años desde su publicación y hay conceptos que a muchos les parecerán ridículos porque los dan por sentado (en especial los tecnológicos). Pero muchos seguimos releyendolo año tras año con el mismo interés y satisfacción que antaño.
Una advertencia final: Gibson es un autor que o lo odias o lo adoras. Y ya por eso vale la pena entrar en los dominios del autor más importante de finales del siglo XX.
A simple vista Neuromante parece un thriller barato disfrazado de futurista. Protagonista con pasado turbio es contratado a través de una mujer fatal por el tipo male de turno para que le haga el trabajo sucio. Pero definir este libro así sería como decir que la II Guerra Mundial fue una escaramuza menor.
En Neuromante encontramos lo mejor y lo peor de William Gibson. El autor se vale de un vocabulario rico, propio en modismos y metáforas, recargado hasta que la información nos colapsa y nos satura con una imaginería retorcida y difícil de asimilar a simple vista para llevarnos a través de unas ideas tan propias de la literatura como la búsqueda de la identidad, la injusticia de le existencia, el poder de los ejecutivos que juegan a ser un Gran Hermano orwelliano, todo ello salpicado con el pesimismo y la dureza de un relato ballardiano.
Con Neuromante, Gibson se erigió como el profeta de su generación, dinamitó las bases que se creían inamovibles de la CF y, para disgusto de los puristas, dio el empuje que necesitaba el nuevo género para sobrevivir y triunfar. Muchos imitadores baratos han surgido a su paso (me asquea recordar Matrix, por ejemplo), pero pocos han logrado alzarse hasta compartir el pabellón de los libros inmortales de la ciencia ficción.
A todos aquellos que no lo han leído les invito a que se compren la reciente edición de aniversario que acaba de editar Minotauro o, mucho mejor, una edición en inglés para saborear mejor el estilo inimitable de Gibson. Sí, han pasado casi 25 años desde su publicación y hay conceptos que a muchos les parecerán ridículos porque los dan por sentado (en especial los tecnológicos). Pero muchos seguimos releyendolo año tras año con el mismo interés y satisfacción que antaño.
Una advertencia final: Gibson es un autor que o lo odias o lo adoras. Y ya por eso vale la pena entrar en los dominios del autor más importante de finales del siglo XX.
3 comentarios:
Uno de los mejores escritores de finales del siglo XX y tal vez el más visionario.¡Te adoramos, maestro!
Gibson ha sido mi escritor favorito desde el 2000, cuando leí Neuromante por primera vez. Después, traté de leerlo en inglés (tenía un par de capítulos en un libro sobre ciencia ficción y posmodernidad), pero me enredó bastante.
Mis favoritos son Conde cero e Idoru. Aunque no he leído Spooky world ni Recognition pattern, de los cuales ni siquiera conozco los títulos en español.
Saludos, de Jorge.
Pattern Recognition es el último libro de Gibson editado en castellano por Minotauro, aunque lo tradujeron como Mundo Espejo. Spook Country sigue inédito en castellano y sin fecha prevista de edición.
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