jueves, 5 de mayo de 2011

Las pequeñas células grises contra el crimen perfecto: Asesinato en el Orient Express

Si estás leyendo esta entrada y el nombre de Agatha Christie no te suena, entonces a) te has equivocado de página o b) has estado fuera de este planeta durante mucho tiempo. Los demás, aunque no sean lectores habituales de novelas de detectives, reconocerán el nombre de la indiscutible reina de los relatos de misterio. Agatha Christie no sólo es la novelista que más libros ha vendido en el mundo, sino que sus novelas y cuentos han sido los más traducidos y se encuentran entre los más adaptados a otros medios (cine, televisión...). Entre sus creaciones literarias sobresale la de un personaje curioso, un hombrecillo belga de flamante bigote, maneras de snob y cierto rechazo de los métodos tradicionales de investigación: el detective Hércules Poirot.
En Asesinato en el Orient Express, Poirot regresa de Oriente Medio en el famoso tren cuando se topa con Ratchett, un diletante adinerado de "mirada cruel" y que "parece personificar el mal". Ratchett informa a Poirot de que ha recibido varias misivas amenazadoras y que teme por su vida, y ofrece al detective una considerable suma por encargarse de su seguridad. El belga rechaza la proposición, al disgustarle el sombrío aspecto del diletante. Cuando Ratchett es asesinado durante una tormenta de nieve que ha bloqueado el paso al tren, Poirot deberá determinar quién de los pasajeros ha cometido el crimen. Puesto en marcha su habitual método de trabajo (sus famosas "pequeñas células grises" en alusión a su cerebro) el caso empezará a complicarse cada vez más cuando todos y cada uno de los viajeros tienen coartadas imposibles de romper.
Asesinato en el Orient Express es probablemente una de las mejores historias de detectives jamás escrita. La meticulosidad de la narrativa de la autora, paralela al talento de su personaje principal, hace que el lector se desvane los sesos hasta el último minuto, devorando página tras página en busca de indicios que se le hayan podido escapar al famoso detective belga.
A los lectores más jóvenes quizás les sorprenda el tratamiento de algunos estereotipos en la novela (hay que recordar que fué escrita en los años 30), pero el propio Poirot admite que él es un snob para muchas cosas.
Personalmente, el personaje de Poirot me cae un poco antipático, quizás por mi preferencia personal a las historias de Sherlock Holmes, pero hay que reconocer que Poirot es uno de los grandes personajes literarios del siglo XX y que Asesinato en el Orient Express es un clásico indispensable y un entretenimiento excelente, algo muy difícil de combinar.

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