Hace mucho tiempo os hablé de Warren Ellis y su obra cumbre: ese gran tebeo que es Transmetropolitan. El guionista británico quiso, al igual que otros compatriotas suyos compañeros de profesió, probar suerte en el mundo de la novela. El resultado fue Camino tortuoso.
Michael McGill es un detective privado venido a menos (en sus propias palabras "un imán que atrae a la mierda" que recibe el encargo de la Casa Blanca de encontrar la Constitución secreta de los Estados Unidos, un peligroso libro que permite a su propietario manipular la voluntad de las masas. McGill acepta y empezará un viaje en picado por los estratos más bajos de la retorcida moral americana, acompañado por Trix, una estudiante ultraliberal que está escribiendo una tesis sobre sexualidad depravada.
Camino tortuoso recuerda a los mejores momentos de Transmetropolitan, pero no es un simple calco. Bajo la apariencia de una opera bufa, Warren Ellis dispara con su característica acidez contra todo y contra todos, sin dejar títere con cabeza, sin emitir juicios de valor simplones ni vendermos moralina barata. Y encima lo hace con ese sentido del humor negro tan suyo que hace que te desternilles con las ideas más retorcidas de uno de los mejores escritores británicos.
Ojalá el autor británico escriba más libros como éste.
Michael McGill es un detective privado venido a menos (en sus propias palabras "un imán que atrae a la mierda" que recibe el encargo de la Casa Blanca de encontrar la Constitución secreta de los Estados Unidos, un peligroso libro que permite a su propietario manipular la voluntad de las masas. McGill acepta y empezará un viaje en picado por los estratos más bajos de la retorcida moral americana, acompañado por Trix, una estudiante ultraliberal que está escribiendo una tesis sobre sexualidad depravada.
Camino tortuoso recuerda a los mejores momentos de Transmetropolitan, pero no es un simple calco. Bajo la apariencia de una opera bufa, Warren Ellis dispara con su característica acidez contra todo y contra todos, sin dejar títere con cabeza, sin emitir juicios de valor simplones ni vendermos moralina barata. Y encima lo hace con ese sentido del humor negro tan suyo que hace que te desternilles con las ideas más retorcidas de uno de los mejores escritores británicos.
Ojalá el autor británico escriba más libros como éste.
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